lunes, 29 de septiembre de 2008

Un día gris


Como un cuadro colgado en la pared de una casa abandonada. Un acuerdo entre clavo y lienzo para desaparecer a la vez, una mueca que les hará caer hasta sonar de modo estrepitoso contra el suelo. Y de repente, sueñas. El vacío de la lámina te obliga a mirar a través de un cristal recién comprado. Es entonces cuando levantas la vista y cruzas una leve mirada con un desconocido en la acera de la calle donde vives. Sueñas despierto mientras esperas la luz verde del semáforo y te encantaría preguntarle al extraño por qué su pelo te recuerda a ese amigo que no ves desde hace meses. Cualquier excusa es buena para no despertar... cinco minutos más-

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