martes, 28 de octubre de 2008

Aún me acuerdo...


Caminos perpendiculares al día a día. Cuestas imposibles, baches débiles, sueños partidos por brechas de la carretera que se entrelazan con cientos de momentos para repetir, con gestos, con sinceridad, con protección. La fugacidad de una noche desvela mucho más que decenas de palabras con mayor o menor sentido, deja al descubierto la verdadera esencia de un brindis, denota una realidad paralela, sin máscaras matutinas, sin fachadas de hormigón. Simplemente cae el telón y las bambalinas quedan desnudas cuando el reloj ya no marca las horas. El secreto más profundo se queda dormido al amanecer, oculto entre los restos de una copa manchada de alcohol, entre el guiño de un pensamiento compartido y las semicorcheas de una canción con significado propio. Y al despertar, silencio.

martes, 21 de octubre de 2008

Adelante


¿Qué pasa si el tiempo no se detiene hoy, si decidió marcar las horas minuto a minuto sin descanso? Una cuenta atrás que choca contra un sueño estancado, cuando la complejidad de un reto invisible aumenta al ver que la salida se encuentra en el otro lado. El miedo se erige vencedor de una batalla perdida de antemano y las dudas tiemblan delante de un papel. Un gesto para atrapar una sentencia real, un compromiso que recrea ilusiones perdidas capaces de volver a cruzarse. ¿Y si tuvieras que decidir qué dirección coger? Cierra los ojos. Da un paso.

sábado, 18 de octubre de 2008

Paisajes de una noche...


Colorear, dibujar o remarcar con un pincel la elegancia de un paisaje en el que los colores decidieron ser moneda de cambio en una paleta. Siluetas en sombra y focos frente a caminos de silencio y lluvia fingida, un destello que se detiene para pensar. Los secretos mejor guardados se ocultan tras la montaña más alta, un reto que no se logra con fuerza sino con humildad. Caras ocultas a la luz de la luna, túneles de gravedad, humedad en la orilla. Cuidado con el tiempo robado al viento, nada es igual que hace un minuto. Cuando des un paso, acuérdate y dame la mano...

miércoles, 15 de octubre de 2008

Entre líneas...

Cientos de conversaciones se difuminan y ocultan entre el humo y la música de un bar cualquiera, ahora el de siempre. Anécdotas, experiencias, sentimientos camuflados en alcohol y buen humor, una mezcla que envalentona una ciudad con atmósfera informal. Ojos que no ven más allá de la barra, de un compañero de brindis porque esa historia, la que escucha en el silencio, merece la pena. Querer es tambalearse sin caer, cerrar los ojos y respirar, seguridad. El horizonte sucumbió tras una cerveza y mis manos aprietan fuerte una promesa, la que te protege. Quizá haya que aprender a colorear escenas de mañana con acuarelas de ayer; pero mientras, brindemos, por un guiño entre la niebla...

lunes, 13 de octubre de 2008

Ocho



Es fácil perder la perspectiva, no darse cuenta de qué se esconde tras las palabras que todos preferimos apartar en un rincón lleno de polvo. Es duro echar de menos, sobre todo al recordar las promesas que se dejaron encadenadas en uno de los bancos de siempre, en aquel que se moja cuando llueve, en ese que esconde nuestros secretos más inocentes. Cartas mojadas que nunca llegaron a enviarse, hojas de cuaderno arrancadas porque no salían las palabras y una promesa que aseguraba cómo aprender a vivir desde lejos. Cada gesto que se cumple saca a relucir aquellas palabras, las que hoy suenan mientras el otoño hace que el verano acabe por ser propiedad de la memoria. Pero hoy, aunque sea por un minuto, los kilómetros se acortan y las calles se mojan con discreción. Un escalón menos y ocho sonrisas abiertas que nunca se dijeron nada en el arte del engaño, pero que entendieron desde el principio que en esos ojos cerrados por los excesos de una noche quizá complicada existe, ante todo, el arte de un detalle, de un sentimiento que no hace falta describir. *Para ti*

jueves, 9 de octubre de 2008

Exploradores

Supongo que una despedida es necesaria para volver a reencontrarse. Cuesta decirse adiós en mitad de la noche, sin saber cuando volverás a mirar el reloj, sin poder asegurar dónde estará el nuevo portal de la sinceridad. Aún así, cuidate y, ya sabes, manda una postal para colorear mi pared de los recuerdos encontrados...

Suerte!



Es de noche y el reloj ha dejado de marcar las horas, se detuvo en la entrega del último examen. Sucesión de momentos afortunados, más, menos, ser feliz. Las marcas de debajo de la silla desaparecieron con lejía a comienzos de verano, los apuntes manchados por el calor de junio se mojaron con la lluvia del amanecer en septiembre y los saludos furtivos de los viernes a primera hora dejaron de tener precio. Ahora que ya nos hemos ido, queremos volver, regresar para decir: "Aquí estoy, quería verte". Los mismos de siempre, frente a frente, contra tizas rebeldes, películas insufribles y exámenes sonoros. Asignaturas y anécdotas para quienes nos dimos la mano en primero y aún no nos hemos atrevido a soltarla. Yo tuve suerte, mucha. ¿Tu dónde vas?

lunes, 6 de octubre de 2008

A baja temperatura


El frío de un otoño agresivo se revela fuera de fechas. Y nosotros, inocentes, decidimos jugar al despìste. Las gotas de lluvia resbalan por los cristales de una ventana teñida de azul. Anochece y, a la luz de una vela, el viento decide hacerse notar, se cuela por los resquicios de la ropa y experimenta con tu piel. La verdadera sensación se descubre desde fuera, se siente, se respira, se detalla, llega. Calor y frío, huracán y brisa. Dos mitades de una misma realidad que se mueven en paralelo para no chocar y abandonar la línea. La mejor sonrisa surge en mitad de la noche más fría del año, en la que pierdes las manos, olvidas los pies y abandonas la nariz. Distancia dormida y huellas invisibles entre la niebla.

sábado, 4 de octubre de 2008

Exprimir el tiempo a las ocho de la mañana


Se sabe que la memoria sólo es confiable hasta cierto punto, bien sea por no recordar cosas que se sabe o por hacerlo incorrectamente. Los rincones de la mente son un cúmulo de pasillos sin explorar, laberintos que nos asustan y ocultan imágenes que surcan nuestra cabeza al dormir haciendo rebrotar el silencio de esos árboles mecidos por el viento o de aquel río que bordea un sendero sin apenas explorar. La realidad que nos rodea nos invita a escapar de la rutina unas horas al día, ser libres en la inmensidad un rincón o respirar hondo mientras un suspiro se fuga sin motivo. Cerrar los ojos invita a soñar, a dejarte llevar por las luces de tu propia historia, a cambiar los minutos por horas y los días por segundos. Así, las calles pueden convertirse en caminos y las señales en pistas de una aventura urbana que te permita jugar con las aceras mientras el pitido de los coches se evapora con el viento y los autómatas de la ciudad desaparecen tras un saludo invisible. Los escenarios más codiciados se encuentran cerca, sólo hay que saber mirar para buscar ese refugio del tiempo que te permita trasladarte al otro lado de tus pensamientos para recuperar las sensaciones vividas, aquellas que guardas bajo llave para que nadie borre ni siquiera un detalle. Amanece, ¿quedamos?