lunes, 6 de octubre de 2008

A baja temperatura


El frío de un otoño agresivo se revela fuera de fechas. Y nosotros, inocentes, decidimos jugar al despìste. Las gotas de lluvia resbalan por los cristales de una ventana teñida de azul. Anochece y, a la luz de una vela, el viento decide hacerse notar, se cuela por los resquicios de la ropa y experimenta con tu piel. La verdadera sensación se descubre desde fuera, se siente, se respira, se detalla, llega. Calor y frío, huracán y brisa. Dos mitades de una misma realidad que se mueven en paralelo para no chocar y abandonar la línea. La mejor sonrisa surge en mitad de la noche más fría del año, en la que pierdes las manos, olvidas los pies y abandonas la nariz. Distancia dormida y huellas invisibles entre la niebla.

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