
Una historia en dos idiomas. Luces transparentes y un susurro escondido cuando la línea infranqueable pierde su grosor. Un pie al otro lado de la frontera y el aliento de saber que un instante puede ser decisivo para marcar el pulso de cien latidos por minuto. El aliento y los pies sobre el sillón, coordenadas sin dirección y filtros con agujeros.
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